Jamás pensé que me vería representar de nuevo esta manida escena del Paraíso.
Obligada tantas veces a repetir el guión, siempre con los papeles invertidos, creí haber agotado el tiempo y las posibilidades.
Sin embargo, aquí estoy: el teatro a punto de cerrar; incrédula y sorprendida, interpretando a Eva, por fin en el papel protagonista.
Late la euforia en el pecho ilusionado. Un sentimiento viperino hiere de vida y muerte el corazón y el alma. Esta responsabilidad me mata y, a la vez, resucita.
Tenías razón. La escena es sin duda peligrosa. En cualquier momento te ofreceré la manzana. Hagas lo que hagas te arrepentirás. Y ambos, por supuesto, nos condenaremos.
Obligada tantas veces a repetir el guión, siempre con los papeles invertidos, creí haber agotado el tiempo y las posibilidades.
Sin embargo, aquí estoy: el teatro a punto de cerrar; incrédula y sorprendida, interpretando a Eva, por fin en el papel protagonista.
Late la euforia en el pecho ilusionado. Un sentimiento viperino hiere de vida y muerte el corazón y el alma. Esta responsabilidad me mata y, a la vez, resucita.
Tenías razón. La escena es sin duda peligrosa. En cualquier momento te ofreceré la manzana. Hagas lo que hagas te arrepentirás. Y ambos, por supuesto, nos condenaremos.