Caminó de la mano de su monstruo hasta olvidar totalmente que lo era Que sólo son amables los monstruos de los cuentos infantiles Que los reales, tarde o temprano, devoran la mano estremecida como antes devoraron su inocencia… Ahora reconoce el rostro del pasado y la batalla resulta encarnizada para ella y cuantos la rodean Más merece la pena haberle delatado Ya nadie le dará la espalda ni su infancia ignorando su verdadero rostro.