No sé qué puedo hacer
con esta vida inerte
que no me pertenece,
los versos inmortales
que no escribo
y los bellos bocetos
que han sido destruidos.
Esa desconocida
que cada día me mira
sin interés ninguno,
me ha devorado entera
en silencio y sin pausa,
empezando por dentro
hasta alcanzar la piel.
Cada vez que respiro
muero un poco e intento
que fallezcan también
los recuerdos y errores
que están apuntalando
esta casa en ruinas
que aún sueña ser gaviota.